La Veracruz. Más conocida como la iglesia de la Veracruz construida entre 1682 y 1712, funcionando como parroquia desde 1984 y declarada Monumento Nacional en 1982.
En su plazuela con su famosa fuente en bronce y el monumento en mármol, durante su larga historia lugar de referencia de encuentro. Aun conservándose La Iglesia de La Veracruz junto a las dos manzanas que la rodean, y las tradicionales cantinas y heladerías, las máquinas de juego, los hoteles a punto de derrumbarse, la multitud de vendedores ambulantes y el tradicional negocio de la prostitución que define y delimita las posibilidades de quienes visitan el sector.
En los últimos años se han construido nuevos proyectos que modernizan el lugar. Como restaurantes, café, centros comerciales el museo y otros más lugares turísticos que permiten la visita de los extranjeros con sus cámaras congelando la cultura del lugar y su historia.
Alrededor el movimiento comercial es altamente acelerado: ventas de muebles de madera, de frutas y verduras y de insumos eléctricos, llenan de sonidos y gritos el lugar. En medio de la “Incomoda” faena sexual, un centro comercial conocido como La Cascada, cambie por completo el estrato y el aspecto de los visitantes.
Jóvenes de todas las universidades; futuros ingenieros y tecnólogos deben hacer una obligada visita a La Cascada, en busca de microcontroladores, leds, instrumentos de medición etc. Así, visitan periódicamente los alrededores de la Iglesia de La Veracruz, y apenas lanzan una sonrisa maliciosa cada que pasan frente a una de las entradas o escuchan los osados piropos de las mujeres que allí esperan.
Jóvenes de todas las universidades; futuros ingenieros y tecnólogos deben hacer una obligada visita a La Cascada, en busca de microcontroladores, leds, instrumentos de medición etc. Así, visitan periódicamente los alrededores de la Iglesia de La Veracruz, y apenas lanzan una sonrisa maliciosa cada que pasan frente a una de las entradas o escuchan los osados piropos de las mujeres que allí esperan.
La gente parece no mirarse demasiado, los indigentes no piden insistentemente dinero y la Iglesia, ya golpeada por el tiempo y el descuido, parece estratégicamente ubicada, como sitio de referencia. Son pocos los que van a La Veracruz a rezar, pero la multitud no falta día a día a sus diferentes encuentros laborales, de estudio, de compras, un tour, o simplemente un encuentro entre amigos.
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